Los tentáculos del calamar.


 

La serie de Netflix que ya se traducido a 31 idiomas estuvo a punto de no producirse. Su autor y director Hwang Dong Hyuk, tardó 10 años en conseguir tirar adelante el proyecto, viviendo en casa de su abuela y con la economía bajo mínimos. Analicemos los tentáculos que le han dado el éxito a nuestro calamar.

Es una historia de perdedores.

No hay héroes ni heroínas ni personas con super poderes, sino gente desesperada que se pone en una situación límite, con la convicción de que no hay nada que perder, de que la vida ya no tiene sentido en un mundo tan injusto y cruel. Todos visten igual y llevan un número. Nadie les echa de menos ni denuncia su desaparición.

Es una crítica feroz al sistema capitalista.

La diversión de los poderosos es el único argumento que justifica poner en marcha unos juegos perversos, donde la muerte castiga a quien no está afortunado. El 5% de la población tiene más dinero que todo el resto. La pobreza extrema aumenta cada año.

Fusión retro moderna

La tendencia de moda está presente en la re-versión de los juegos de la infancia. La dirección artística es colorista e inquietante. El diseño de los escenarios es brillante.

La corrupción está en todas partes

Un grupo del equipo organizador vende órganos para hacer negocio, sin informar a la dirección. El ser humano es corrupto por naturaleza, al igual que varios participantes.

No hay estereotipos de belleza

No vemos a hombres tableta de chocolate ni a mujeres altas y con los ojos azules. Las personas "normales" e imperfectas invaden la pantalla para dar una gran credibilidad a cada escena.

Es violenta sin complejos.

Las escenas son crudas y salvajes, la sangre brota sin ningún problema, la cámara se recrea en el sufrimiento.

No hay venganza.

El espectador está deseando ver sufrir a "los malos" y mantiene esa esperanza, pero no sucede, al menos en la primera temporada. No estamos acostumbrados.

Lo inesperado funciona.

El calamar sorprende una y otra vez con desenlaces que los/as espectadores/as no esperan. Mantiene un guión plano para dar de vez en cuando un giro unexpected a la situación.

La nobleza.

Esta es la gran cualidad que el protagonista principal pone sobre la mesa. Ser noble, no traicionar, pensar en los demás, actuar según sus principios.




La banda sonora.

La banda sonora original de El Juego del Calamar ha sido compuesta por Jung Jae-il, más conocido por su trabajo en Parásitos o en Okja, también de Netflix. Junto a esta música, suenan piezas de Haydn, Tchaikovski y Strauss. Sabe transmitir la tensión con una composición también retro-moderna que es una de las grandes claves del éxito.

Apenas hay sexo.

El sexo pasa a segundo plano en un lugar donde los participantes se juegan la vida. Otro de los ingredientes clásicos queda prácticamente eliminado.




Las influencias

El calamar ha puesto en la coctelera influencias de "los juegos del hambre", "saw", "la casa de papel" , "Battle Royale" y algunas pelis de Tarantino, caballos ganadores que han estado de algún modo u otro en la combinación. Se ha acusado a su autor de plagiar a la película japonesa "As the god's will " (2014), pero el guión original es de 2009.

Squid Game y la publicidad.

Se han disparado las ventas de un modelo básico de Vans, un 7.800%, nada menos. Se  vende a 42 euros. También citar que la actriz sur coreana HoYeon Jung se ha convertido recientemente en la embajadora de marca de Louis Vuitton. Es notoria la vinculación simbólica con Play Station. La máscara de "el malo" parece una evolución de la Darth Vader. Los uniformes rojos inspirados en "La casa de papel" lo van a petar en Halloween. Llevar camisetas o chandals con un número puede ser tendencia como acto de protesta o de rebeldía.


Reflexión casi final.

Tan solo dos mujeres en el top protagonista es algo que cabría destacar como algo mejorable. El relato tiene difusión mundial y debería haber intentado equilibrar este aspecto.

Toda buena serie se la juega y mucho en el capítulo final. Recordemos los polémicos finales de "True Blood", "Perdidos" o "Juego de Tronos". Sin querer hacer ningún spoiler, el final de El Juego del Calamar es decepcionante. Frente a la simplicidad y brutalidad de los capítulos anteriores, asistimos a una narración de filosofía barata donde solo destaca la inamovible actitud noble del protagonista. El giro inesperado es surrealista y todo parece quedar muy muy abierto para una segunda temporada.

En un momento en el que estamos viviendo una pandemia, volcanes, crisis migratoria, crisis climática, en el que somos protagonistas de un mundo muy convulso, esta serie nos ofrece entretenimiento en estado puro, distracción, intensidad, tensión. No sin lanzar un dardo envenenado sobre las clases más privilegiadas que ignoran a las personas que malviven, tal vez a tan solo unos metros de distancia.


Mucho cuidado con esto.

Un informe reciente estima que hubo a causa de la COVID un aumento de 53 millones de trastornos depresivos y de 76 millones de ansiedad, siendo los jóvenes los más afectados. Esto supone un aumento del 25%. 

Debemos cuidar a nuestros/as hijos/as y juniors más que nunca. Debemos hacer accesible programas y terapias al alcance de todos/as. Squid Game habla también de desesperanza, de no ver nada claro el futuro. Cualquier persona, absolutamente cualquiera puede padecer ansiedad o depresión. No tiene nada que ver con la genética ni con el carácter. Tenemos mucho que aprender porque estamos más que acostumbrados a estigmatizar las enfermedades.

Aunque es complicado evitarlo, esta no es una serie para niños, que tienen tendencia a imitar y a reproducir actitudes.



Fotos deferencia de Netflix.

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