Voces.
Todos los días escuchas voces que te dicen lo que tienes que hacer.
Voces que cuelgan fotos con parálisis facial, desde paisajes idílicos, con una aparente sensación de felicidad.
Voces que te dicen que la IA es el futuro y estamos en camino de ser esclavos/as de la tecnología.
Voces que guardan silencio ante la violencia machista, la discriminación, el racismo, la vulneración de los derechos humanos o el hambre en el mundo.
Voces que hablan desde la superficialidad, pero que nunca serán tus amigas ni lucharán a tu lado.
Voces que no perdonan ni olvidan cualquier pequeño detalle para romper contigo.
Voces cada vez menos acostumbradas a dialogar durante horas, que interrumpen conversaciones inacabadas para iniciar otras nuevas.
Voces interesadas que no se aplican lo que predican.
Voces que no piden perdón ni se retractan.
Voces que no saben ni quieren decir palabras bonitas.
No las escuches, escúchate a ti.
Apaga el volumen y déjate llevar por tu talento.
Mírate al espejo y piensa que realmente vales mucho la pena.
Desconecta los altavoces y canta esa canción que tanto te gusta.
Olvida las palabras más graves y las más agudas.
Concéntrate en las voces positivas.
Sigue llevando esas camisetas tan singulares.
Y esas botas tan fashion.
Nunca jamás dudes de que eres creativa.
No tengas miedo, el miedo es un instrumento de las voces.
Las voces prefieren lo tópico, lo típico, la mayoritario.
Las voces temen lo disruptivo.
Las voces hace años que inventaron la Covid, las mascarillas y la mordaza.
Tú eres tú.
Las voces no te representan.
Tu constancia y tu persistencia darán resultado.
Y tu atrevimiento, y tu exigencia, aunque cuidado, nadie es perfecto.
Déjate ir. Déjate llevar por los que te quieren.
Vuela sin motor.
Vuela alto.
Usa tus alas.
A Anna.
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