No se te ha pasado el arroz


 

Foto tomada en el restaurante Hola Nepal, Barcelona, por Irene Montiel.


Has escrito las páginas durante años, pero ahora siempre aparecen vacías.

Le conociste en una fiesta popular, bailaste con él, te gustó y empezaste a salir.

Llegaron los viajes, las películas y las cenas improvisadas.

La convivencia se inició en un pequeño piso de alquiler que años más tarde se convirtió en una hipoteca de 25 años.

Luego vinieron los hijos, el coche y la vida televisiva.

Lo hijos crecieron, las conversaciones decrecieron y un día te sentaste en un banco y te diste cuenta de que eras una autómata que siempre hacía lo mismo.

Trabajo, super, limpiar la casa, hijos que van por libre y comidas familiares.

Una vida sin cava, sin conciertos, sin amor, sin pasión, sin sexo, sin sorpresas, sin improvisación, sin ilusión, sin ganas de descubrir.

Una vida donde tú tenías el videojuego y él el fútbol. Tú las series y él el bar.

Una vida dedicada a hacer lo que tocaba en cada momento, pero con una carencia muy importante: el alma y la intensidad.

Las experiencias con alma saben mucho mejor, se disfrutan sorbo a sorbo.

La intensidad es eso que te pone la piel de gallina, ya no recuerdas cuando pasó la última vez.

La rutina mató a las estrellas del cielo.

Los micro-machismos se repetían demasiado.

Las conversaciones eran escasas.

Ya no recuerdas la última vez que dijiste te quiero o me encanta estar contigo.

Te has dejado llevar por la corriente del aburrimiento y ya no tienes fuerzas para buscar momentos que te hagan sentir bien.

Además, a él nunca le gustaron los Guns and Roses.






Te sientes vacía, tienes 50 años y crees que nada puede cambiar.

Ves el mar muy lejos pero en realidad está muy cerca.

Te puedes re-inventar.

Dentro de ti hay una llama, ahora pequeña, que puedes re-encender.

Eres esencialmente positiva, generosa y soñadora.

Si quieres volver a soñar, soñarás.

Empieza por conversar, por expresar lo que pasa por tu cabeza y tu corazón.

No busques culpables, piensa en aquí y ahora.

Intenta buscar alicientes de nuevo. Con fuerza y con ganas.

Volver a empezar no es imposible.

Eres fuerte y queremos verte feliz otra vez.

El amor no se mantiene sin hacer nada.

Tenemos que alimentarlo cada día.

Todavía puedes convertir los días grises en un arco iris.

No tienes que hacer lo que toca, si no lo que tú crees.

No estás mayor, ni se te ha pasado el arroz.

A los 50 estás mejor que nunca.

Eso es una etiqueta impuesta por una sociedad anticuada.

Yes you can.

Arriésgate y demuestra lo que vales.






Foto de Richard Wakefield.

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