Conversar es mágico.


En Proximity, con Aina Cortina y estudiantes de la FCRI Blanquerna.

 

Muchas veces queremos alimentar nuestra vida con cosas extraordinarias. Grandes viajes, grandes eventos, coches grandes, ropa cara, televisores enormes, móviles mega tecnológicos, el lujo como paradigma de la felicidad.

Sin embargo, sabemos que nuestro mundo interior no necesita "engañarse" con placebos como estos. El secreto de la vida (o uno de ellos) está en los detalles. Esa carta que jugamos tan pocas veces y que nos alimenta de forma increíble.

Tres personas reunidas alrededor de un mantel, un aperitivo simple y un poco de vermut (eso sí en un día soleado y con buenas vistas) puede ser suficiente para darte un plus de energía y motivación. Por menos de 20 euros tienes una mañana por delante, poca prisa por ir a ninguna parte y la posibilidad de conversar sobre muchos temas que una pantalla no te permite.

Puedes hablar de amor, de amistad, de fútbol, de plantas, de pelis, de conferencias, de proyectos (de trabajo, mejor que no). Encontrarás momentos para comentar, otros para guardar silencio y otros para observar. Guardas el móvil donde no puedas verlo, disfrutas del paisaje y observas miradas, reacciones, notas esa química especial y vuelves a sentir sensaciones que la pandemia te robó.

El aperitivo es la excusa porque en realidad quieres compartir. Compartir recuerdos, experiencias, anécdotas, tonterías o ilusiones.






Y lo mejor del caso es que quedaste a las 11 y los minutos van fluyendo sin ningún agobio, hasta las doce, la una, las dos... no importa, nadie quiere romper la magia de ponerte en modo especial en una situación aparentemente normal.

Podrías estar toda la tarde y agotar el día, porque la compañía es muy buena y han quedado muchas palabras por decir durante el último año.

Muchas veces has celebrado reuniones de 30 minutos y has empalmado unas con otras y ahora no hay citas ni obligaciones ni excusas para marcharte.

Aquí está el placer : conversar sin prisa, sentir la brisa en tu cara, sonreír, disfrutar de la intensidad, decirle al mundo que muchos "lujos" no son necesarios si puedes tener a tu lado personas interesantes, nobles, que te pueden aportar tantas cosas.




Ropa cómoda, ganas de pasar un buen rato, mensajes sin palabras y palabras sin mensajes, un aperitivo que debería ser sin fin si pensamos que hablar es el núcleo de muchas ideas, libros, canciones, cuadros o fotografías.

Sentarte a hablar. Tiene mucho sentido si el tiempo no es limitado. Deberíamos hacerlo más. Muchos conflictos se solucionarían si le diéramos una oportunidad al diálogo. Muchas veces mal-interpretamos acciones porque no nos molestamos en mantener una charla a dos bandas.

Sentarte a hablar. Es mucho mejor que bailar borracho, jugar on line, tirarte en el sofá con una pizza, salir de botellón o hacer una maratón de whats.

Sentarte a hablar. Puedes hacerlo, eres mucho mejor que la mayoría de los políticos, que consienten las guerras, la corrupción, el tráfico de drogas o de armas, los campos de refugiados, la guerra bacteriológica, los residuos tóxicos, la discriminación, la desigualdad, el racismo y el declive de nuestro universo.

Sentarte a hablar. Con tu equipo. Sal de la oficina y dedica una jornada a hablar. 

Sentarte a hablar. Con los profesores de tu universidad. Comenta las clases durante la Covid, en qué podemos mejorar y reciclarnos, como piensan nuestros/as alumnos/as. No hagas ver que no ha pasado nada.

Comparte, co-inspira, un emoticono o un sticker se quedan cortos cuando tienes tanto qué decir.

Pero muchos/as no pillan el mensaje.



Delfina Mathé, Iratxe Bárcena y Richard Wakefield, en Magic Roof .




“Hay conversaciones que reparan el cuerpo y consiguen idéntico resultado con el alma”


“Hablando, huyen las horas.”


“Una pareja es un 97 por 100 de conversación”





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